María Fernanda Guerrero. Foto Int. |
La joven cursaba el sexto curso, pronto se graduaría, sin embargo todo se truncó con lo ocurrido,
comenta Rocío Mendoza, su madre, quien recuerda que luego de un año de
la desaparición recibió una llamada: “era mi Kerly, era su voz. Me llamó
pidiéndome auxilio para que le vaya a retirar del terminal de Santo
Domingo, pero escuché que le dieron golpes y se la llevaron. Regresé la
llamada y contestó una mujer, pero ya no supe nada más. Fue tan rápido,
no dio tiempo para nada”.
La policía investiga la llamada, pero no hay resultados. Entonces decidió venir a Quito y unirse a la “Asociación de familiares y amigos de personas desaparecidas en el Ecuador” (Asfadec) para
exigir que se investigue la desaparición de su hija y que “la Fiscalía
se conduela por el dolor de los familiares y haga algo para poder
encontrarlos”.
En el mismo mes que desapareció Kerly también Maribel Hernández Villota pasó
a formar parte de la lista de personas desaparecidas en el país. Ella
se reunió con dos jóvenes en el sur de la ciudad capitalina, fue la
noche del 9 de septiembre de 2011 cuando se supo lo último de la joven.
Su madre, Ana Villota, comenta que existen dos presuntos sospechosos que han sido llamados a declarar, son dos personas que estuvieron aquella noche con la chica; no obstante, sus declaraciones se contradicen al momento de señalar la hora de despedida. “Pese a ello no hay justicia, aún mi hija sigue desaparecida”, explica.
“Es una herida abierta que a nadie se le cierra,
especialmente a las personas que hemos perdido a un ser que amamos. Es
un espacio vacío, en todo lado falta ella”, dice María Lourdes Mejía,
que no ve a su hija desde hace tres años y medio. María Fernanda
Guerrero desapareció en el sector de Guamaní, cuando fue a encontrarse
con su esposo, el 15 de enero de 2010.
Para la madre de María Fernanda el principal
sospechoso de la desaparición de su hija es su ex yerno, última persona
que vio a la joven quiteña que cumplió 28 años de edad el mes de marzo
de 2013. En la convivencia de aproximadamente diez años “mi hija sufrió
violencia, física, psicológica y hasta sexual”, añade.
Las investigaciones no dan resultados, mientras tanto
el tiempo pasa y la joven madre de dos niños de 10 y 12 años se
encuentra alejada de ellos. Ni Lourdes, su abuela, ha podido hablar con
los niños, los ve desde lejos. “Parece una mentira que ella,
María Fernanda, salió y no volvió. Pienso que solo fue a regresar.
quiero tener un poco de fe y pedirle a mi dios que él me la devuelva”.
Quincenario Opción
1 de junio 2013
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