15 de septiembre de 2016

Quito despidió a Walter Garzón

Quito despidió ayer, 14 de septiembre de 2016, a Walter Garzón con un aguacero torrencial, tenaz, que se precipitó a pleno mediodía sobre el centro de la ciudad. “¿Por qué llora tanto?” es un quiteñismo que se usa en estos casos y reflejaba el sentimiento que nos embargaba a muchos de los presentes en la Plaza Grande. Como todos los días miércoles los familiares y amigos de personas desaparecidas nos encontramos  allí  a compartir nuestro dolor, a expresar nuestra inconformidad, a exigir  de las autoridades:¡JUSTICIA Y VERDAD¡ 

Homenaje a Walter Garzón en la Plaza Grande. Foto: Comité 
Teníamos además un un motivo especial para estar allí: la partida de nuestro querido compañero Walter Garzón, mentalizador y organizador de ASFADEC, fallecido dos días antes en Bogotá, por problemas de salud atribuíbles al amor a su hija Carolina desaparecida el 28 de abril del 2012 y a la depresión de no encontrarla ni tener rastros de ella hasta la actualidad.

Cuando la lluvia arreció no fue impedimento para que varios participantes decidieran continuar con el evento, empapándose con el agua que caía a raudales. Ahí permanecieron inconmovibles Telmo Pacheco, presidente de ASFADEC, su hija, su hermano, el compañero de su hija. También Luis Sigcho, obrero eléctrico, el primer presidente de la Asociación; María Eugenia Basantes que busca a su hijo Alexander desde 1994. Ahí estuvo Lidia, megáfono en mano, tratando de que su voz le ganara en volumen al aguacero, haciendo honor a su apodo de “Dama de Hierro”; ahí  se quedaron Lourdes Gualli, amiga solidaria que nos acompaña cada miércoles; Verónica y Luis con el retrato de Walter y su leyenda: ¡Los que mueren por la vida, nunca mueren¡ Estuvo un joven amigo solidario con su bicicleta. Si Jaime Guevara no estuviera impedido físicamente por su accidente, seguramente también habría aguantado el diluvio. Formaban una imagen épica, barroca, sublime, era como si el tiempo se hubiera detenido. El tiempo objetivo no existe, solamente el que marca los episodios más importantes de  nuestras vidas.



La Plaza Grande quedó desierta: sin jubilados que fueron los primeros en ponerse a buen resguardo, sin turistas tomando fotos apuradas, sin lustrabotas, sin vendedores de agua de coco, sin policías metropolitanos en sus nuevos cochecitos, sin chapas, sin pesquisas, sin provocadores ni acólitos luciendo sus camisetas verdeflex. Las bandas y las fanfarrias contratados por el alcalde para publicitar sus megaobras de cables y cemento también se callaron. La marcha de los moradores que protestaban contra la grandes obras de hierro y cemento se disolvió. La Plaza quedó tan desierta que dio la impresión de que hasta el poder había desaparecido. Por un segundo se me cruzó la idea de organizar una fiesta con mis amigos anarquistas.

Guareciéndonos en el portal arzobispal acompañábamos el gesto heroico, los mortales comunes y corrientes que no estuvimos dispuestos a mojarnos. A mi lado se encontraban Doña Clelia, madre de Camilo Tobar, y su amiga; casi nunca faltan a los plantones, las dos sobrepasan los ochenta años y estaban preocupadas porque el servicio del trole se había suspendido. Pero luego todo volvió a la normalidad. El problema fue recoger las pancartas y los retratos empapados de las decenas de desaparecidos cuyas familias han autorizado se los exponga en los eventos de ASFADEC. Otras fotos de desaparecidos ya no se exponen porque sus familiares prefieren cobijarse en otra organización paralela formada por gente cercana al gobierno. En las pancartas hay personas de toda condición, pero predomina el grupo de las mujeres jóvenes que según las estadísticas oficiales corresponden a la gran mayoría de las personas desparecidas.

En esta grave problemática social de la desaparición de personas, que forma parte de un contexto social de maltrato y violencia, la presencia y la actividad de Walter Garzón y de ASFADEC han marcado un antes y un después. 

Antes, cada familia por separado trataba de buscar a sus seres queridos en la más completa soledad, confiando en que las entidades del Estado relacionadas con el tema hicieran algo por buscarlos. 

Desde mediados del 2012, gracias a la organización, la movilización y la presión de los familiares, se han obtenido logros como una campaña de recompensas por los medios de comunicación, la conformación de una unidad especializada de la Policía para la investigación de estos delitos (DINASED) e inclusive entrevistas semestrales con el Presidente de la República y las autoridades competentes para dar seguimiento a algunos casos en investigación. Sin embargo, para que las buenas intenciones y las entidades creadas se traduzcan en resultados concretos, falta mucho trecho todavía. De todas maneras el camino está iniciado, se ha generado la conciencia de que la unidad hace la fuerza. Por eso el lema de ASFADEC dice: ¡Solos los perderemos¡ ¡Unidos los encontraremos¡ Walter lo ideó.



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