27 de enero de 2015

Desaparecidos: cuando la vida se rompe en dos

Cerca de 18 000 casos de desaparecidos se han dado en el Ecuador, de los cuales 1606 están en indagación oficial. Sus familiares viven un drama emocional, laboral y judicial. Se les rompe la vida en dos. Aunque el Estado ha creado varias entidades para atender sus casos, las quejas persisten. Este medio reporta esa situación.

Los plantones en la Plaza Grande y las movilizaciones sirve para sensibilizar a las personas y a las autoridades sobre sus casos.



JUAN CARLOS CALDERÓN
Carta la fiscal general, Galo Chiriboga, en la cual exige que pare la alta rotación de fiscales en el tema desaparecidos.
Es una retahíla de quejas; frente a las promesas no cumplidas por el Estado, los familiares de los desaparecidos accionan con plantones y cartas. Decenas de cartas, al presidente de la República, a  la Secom, al Fiscal, al Ministerio de Justicia, al ministro del Interior... Una de estas cartas cita uno de los obstáculos más graves para que las familias encuentren a los desaparecidos: la altísima rotación de fiscales. Se lo dicen al Fiscal de este modo:
Los abajo firmantes, familiares de JOSÉ DANIEL GUANUCHE desaparecido el 10 de agosto de 2003 y cuyo caso a la fecha ha sido conocido por un total de 6 fiscales; CAROLINA GARZÓN desaparecida el 28 de Abril de 2012 y cuyo caso a la fecha ha sido conocido por un total 5 fiscales; JULIANA CAMPOVERDE desaparecida el 7 de Julio de 2012 y cuyo caso a la fecha ha sido conocido por un total 8 fiscales; y, ANGIE CARRILLO desaparecida el 28 de enero de 2014 y cuyo caso a la fecha ha sido conocido por un total de 2 fiscales; nos dirigimos a usted para manifestar NUESTRA PREOCUPACIÓN y PROFUNDO MALESTAR por la nueva rotación de fiscal que se da en nuestros casos.
En concreto tiene que ver con el cambio del Dr. Pablo Jaramillo, Fiscal de la Unidad de Desaparecidos; y con la afectación que ese cambio nos genera no solo a nivel legal, relativo al acceso eficaz a justicia, sino también, por el daño moral; porque una vez más juegan con nuestro dolor, se aprovechan de la confianza que depositamos en ustedes como institución, como funcionarios, como personas y nuevamente se nos engaña, se nos maltrata.
Carta al presidente de la República en la cual la Asociación de Familiar le hace conocer de las debilidades del sistema de investigación.
Esta rotación es una nueva y grave afectación a nuestros casos; desconociendo además, uno de los compromisos que nos hiciera el Sr. Presidente de la República Rafael Correa, y que ratifico en su enlace presidencial 352 realizado en el cantón Atacames, provincia de Esmeraldas, el sábado 14 de diciembre de 2013; en el que informo al país que se implementa una política integral de Estado para enfrentar en forma efectiva y práctica el problema de la desaparición de ciudadanos; manifestando que tanto la Policía como la Fiscalía crearan unidades especializadas para dar un seguimiento puntual a las denuncias y procesos de los desaparecidos, con la diferencia de que ya no habrá rotación de fiscales. Se creará, dijo, un sistema de información sobre personas desaparecidas con una base de datos actualizada como parte de la política integral en estos casos que debe brindar apoyo económico, psicológico, social, legal y humano que permita superar el trauma de la pérdida de un familiar ".
El propio fiscal Chiriboga reconoció el problema. El 12 de diciembre del 2103, hace más de un año, el funcionario ofrecía disculpas a los familiares de los desaparecidos por no haber dado soluciones concretas a los casos de los desaparecidos. 
Cuando el presidente Correa se reunió con los familiares por primera vez, en esa misma fecha, parecía que el Estado asumía sus omisiones y negligencias en el tema. Poco a poco, los artículos de la prensa independiente habían dado cuenta de este fenómeno creciente en el Ecuador. Pero parece que el país había congelado el tema luego del caso más famoso de desaparición de la historia reciente: el de los hermanos Restrepo. Desde entonces, era poco lo que se había dicho de nuevos casos. Hasta cuando en el 2013 estalló, más por empuje de los propios familiares y por reportajes periodísticos que por la productividad de los organismos públicos. Volvieron los plantones a la Plaza Grande, los actos de solidaridad, las canciones acompañadas por Jaime Guevara, el Chamo.
Una nueva carta al fiscal Chiriboga con  más quejas sobre las investigaciones de los casos.
Se formó la Asociación de Familiares de Desaparecidos, Asfadec, para hacer presión sobre las instituciones. Finalmente, Correa los recibió en diciembre del 2013 y luego en junio del 2014, y los despidió de Carondelet con una serie de compromisos que el Estado, su gobierno, cumpliría. Mucho optimismo llenó el ambiente, una luz de esperanza en medio de ese dolor que siempre los acompaña.
Pero las dificultades no dejaron de aparecer, en una sociedad cuyos cuerpos de seguridad no tenían la experiencia suficiente para afrontar el problema, y por los prejuicios: las respuestas de los investigadores siempre iban en el sentido de que, si es mujer se habrá ido con el enamorado, si era hombre se habrá ido de farra o a buscar su destino. Mientras tanto, el drama seguía creciendo. Ahora existen entre 1400 y 1600 casos que están en investigación, y hubo 18 000 noticias de desapariciones en el país, que según las autoridades se han resuelto en un 93%.
Los hechos, las dificultades fueron referidas al Presidente en una carta del 1 de octubre del 2014. Desde entonces la Presidencia no ha dado respuestas a las quejas, menos aún ha cumplido con la promesa de reunirse cada seis meses: la última reunión debió darse en diciembre del 2014...



La carta de la Asociación al Presidente decía lo siguiente:
Nueva carta al Presidente.
Tal como ya lo conoce los casos de personas desaparecidas que se visibilizaron en las diversas reuniones sostenidas con usted Presidente, adolecen de violaciones al debido proceso; se fundan en la recolección de evidencias que no han sido ingresadas a los respectivos expedientes; en evidencias que han sufrido la alteración a la cadena de custodia; en evidencias que han pasado de mano en mano; en cambios frecuentes de fiscales e investigadores; en investigadores que se ausentan por más de un mes de sus obligaciones; en declaraciones de fiscales que aseveran hipótesis sin fundamento, entre otros; y como reiteradamente lo hemos denunciado teníamos grandes expectativas en los cambios que usted dispuso y que varias instituciones han anunciado. Pero insistimos es lamentable seguir constatando y siendo víctimas de una institucionalidad que no termina de transformarse, que no es eficiente en su accionar.
De manera particular nos preocupa que algunos agentes de la DINASED cuando se les ha pedido que colaboren dando razón de sus actuaciones, para no volver a repetirlas, no asisten a las reuniones previstas, no entregan la información que se les requiere verbal o por escrito, y cuando asisten, su mala educación y falta de respeto, saltan a la vista; porque amigos y familiares de personas desaparecidos hemos sido blanco de agresiones verbales, de comportamientos indebidos por parte de los agentes policiales que inicialmente se hicieron cargo de las investigaciones; de algunos otros agentes en cambio no cuentan con los conocimientos, habilidades o destrezas para la investigación de desaparición de personas; no cumplen con las solicitudes de la fiscalía, no entregan oficios a tiempo, no entrevistan o contactan testigos y carecen notoriamente de pro actividad y celeridad, no ha asisten oportunamente a sus obligaciones y diligencias, siendo además muy difícil comunicarse con ellos, ya que incluso mantienen sus teléfonos apagados o no responden el mismo restando efectividad a la comunicación e interacción que debe existir entre las partes.
Mientras tanto las familias hemos estado en el foco del huracán por no dejarnos engañar por versiones contradictorias de sospechosos y de policías, por haber tenido la valentía de llamar la atención de las autoridades para trabajar en conjunto, dejando de lado el celo institucional y sugiriendo que ciertos agentes y funcionarios sean separados de sus funciones.
Carta a Chiriboga.
Reconocemos que antes no había especialización en materia de desaparecidos; y comprendemos que la transición y la estructuración de une nueva institucionalidad toma tiempo y es un proceso dinámico y complejo; pero hoy se deja ver aun más la falta de profesionalismo de algunos agentes investigadores, porque lo básico no lo cumplen. Hay diligencias realizadas por los policías que no constan en sus respectivos partes y menos aún han sido ingresados a los procesos. Algunos policías emiten criterios de valor respecto al cometimiento o no de un delito, el contenido de sus versiones es tomado en cuenta para emitir dictámenes abstentivos. En algunos casos, efectivamente se ha delegado la práctica de algunas diligencias a la Policía Judicial que designa a su vez a un policía a cargo del caso, sin embargo, aparecen en la escena de investigación otros policías que no tienen delegación, pero por tener un rango más alto, firman e intervienen como Jefes de caso y cuando deben responder y rendir cuentas sobre sus actuaciones en el proceso se escudan argumentando que no estaban delegados y que las peticiones se dirijan al policía delegado.
Eso sumado a los largos tiempos que tenemos que esperar para que se haga una pericia, porque no hay técnicos suficientes o porque piden y piden y piden prorrogas aceptadas por la fiscalía que favorecen la dilación de tiempos y la pérdida de pruebas; otras pericias son mal elaboradas y hacen que las investigaciones se centren en hechos o acciones que carecen de veracidad o valor; y peor aun cuando las pericias se solicitan a un tercer país; ahí tenemos que esperar meses hasta que lleguen los resultados que muchas veces llegan incompletos teniendo que volver a solicitar ampliaciones o aclaraciones.... Y mientras tanto pistas, testigos, indicios se pierden y con ellos se puede la esperanza de encontrar a nuestros familiares".

Carta a la viceministra de Justicia.
Los números no reflejan el drama del padre, la madre o los hermanos de un desaparecido. A pesar de las dificultades no abandonan esa pelea, de que sus hijos retornen vivos. Ellos piden respuestas, como las pidieron al Presidente:
"Que se restituya nuestro derecho a conocer la verdad; a acceder a una justicia oportuna e independiente, donde no tengamos que esperar décadas sin resultados; agravando nuestro dolor con impunidad; con vacíos en el proceso y profundizando el gravísimo daño afectivo y sicológico que ya nos ha causado esta situación.
"Que se restituya nuestro derecho al duelo; saber la verdad nos hará posible reconstruir la vida; conocer las circunstancias de lo que paso con ellos; para ya no tener más esta angustia en el pecho, este miedo de pensar cuánto dolor estarán pasando, esta ilusión de encontrarlos en cada esquina".
Elizabeth Rodríguez, madre de Juliana Campoverde: 

"Nos acostamos y nos levantamos con este dolor"

El Ministerio del Interior y la Policía han emitido llamados para apoyar la búsqueda de los desaparecidos. 
Por el caso de su hija han pasado nueve fiscales. La primera fiscal no actuó como era debido, según la familia. Los agentes sacaron sus propias conclusiones:  que estaba embarazada y se fue  con el enamorado. Ahí se perdieron días precisos, pues como alguien les ha explicado a los padres y familiares de un desaparecido, las primeras 48 horas son determinantes.
Pero los investigadores no evacuaron ninguno de los pedidos de la familia: el IP de la computadora de la persona con la cual ella se había estado comunicando los días previos, los números del celular de la chica, el cruce de llamadas, los allanamientos solicitados. Era como hablar contra una pared. Recién se hizo un allanamiento a los dos años.




Más cartas al Presidente.
Son dos años y seis meses de  la desaparición de su hija, Juliana Capoverde, y Elizabeth cuenta los meses, las semanas, los días y los minutos. Pero en ese tiempo se han perdido evidencias que hubieran podido esclarecer el misterio que no la deja dormir y que ha marcado su vida: cómo en menos de cinco cuadras, mientras Elizabeth iba para su local de medicina natural y su hija iba al otro cerca de ahí, pudo desaparecer sin dejar rastro.
Ese día salieron juntas de su casa y se dirigieron hasta la gasolinera de la calle Biloxi. Ahí se separaron. Julia nunca llegó al negocio. Su padre, quien la esperaba en el local para retirar algunas cosas, llamó a su esposa para decirle que se apure su hija, que no había llegado y tenía que irse.
No se lo explican. Ella estaba inscrita para entrar a estudiar Ciencias Biológicas desde ese mes de septiembre, en la Universidad Católica. Era lo que más quería en la vida. Iba a cumplir 19 años el 21 de agosto.
Apenas se esfumó, su madre llamó al enamorado, por si acaso se hubieran encontrado o ella se hubiese desviado. Pero el chico estaba en el norte de la capital. Elizabeth entró en desesperación. Mi hija no aparece, le dijo,  y el novio emprendió el retorno de urgencia. A las cinco de la tarde llamaron al 101, el número policial de emergencias y les dijo que su hija estaba desaparecida. La respuesta no solo la decepcionó sino que la escandaliza hasta ahora: que debe esperar 48 horas para que se considere a alguien desaparecido, y que espere nomás porque se habrá ido con el enamorado. A veces se van de farra…
La buscaron en hospitales y la morgue. Rastrearon todo el barrio y los sitios donde pudiera estar. Finalmente pusieron la denuncia en la Policía Judicial. El fiscal para el caso fue designado luego de 48 horas.

Las pistas
Propuesta de tipificación penal para considerar delito a la desaparición de personas.
En los casos de desapariciones, casi nunca dejan de aparecer mensajes a los celulares de los padres o hermanos desde el número de los desaparecidos. Elizabeth aún conserva varios de estos, uno de ellos dice: “Mami, gracias por todo, conocí una persona y quiero ser feliz”. Pidieron a la Policía que verificaran de dónde salió el mensaje, tomaron nota pero nunca dieron respuesta.
Elizabeth y su familia viven con el vacío. El desaparecido es un peso en la memoria, constante, una punzada que se siente presionando sobre el corazón y en todos los momentos del día. Vivimos con la incertidumbre, nos acostamos y nos levantamos con este dolor, dice la madre. No hay nada que lo calme, nada. Es un vacío como de esperanzas muertas. Solo dios es mi esperanza.
Su esposo cerró su negocio para dedicarse a buscar a la hija. Elizabeth también trabaja en el local justo el tiempo necesario para que las cuentas no los aprieten, cuentas que han crecido con los gastos de la búsqueda. Han recorrido las dos fronteras en el esfuerzo de entregar hojas volantes y pegarlas en negocios, postes, ventanas de las casas de gente que lo permite.
Carta a Fernando Alvarado, de la Secom, sobre las cuñas televisivas.
Elizabeth, sus otros dos hijos y su esposo se consumen en una sospecha. July, como le dicen, era profesora de la iglesia evangélica a la cual asistía desde hace una década junto a su madre Elizabeth. Algo que impactó en la vida de Juliana, pues de más joven quería ir a Argentina a estudiar música, pero de un momento a otro desistió. Y después relacionaría esta decisión con las relaciones que su hija mantenía en Facebook con un pastor que decía ser psicólogo, Juan S. Ella, dice su madre, quería mucho a los pastores de su iglesia.  Según Elizabeth, este pastor es quien la hace desistir de ir a Argentina y le dice que dios le ha revelado que tiene que casarse con uno de sus hijos. Cuando su madre se entera, se opone a esas pretensiones y convence a July de salirse de la iglesia. Al mes de eso, ella desapareció.  También apareció un mensaje de las cuentas de Facebook de July en la cual ella supuestamente decía: “es mi decisión, espero que la respeten”, y  hay otros mensajes entre los dos que sus padres grabaron en un disco. Días después su cuenta y la de Juan S. desaparecieron.  Llevaron el disco a la Fiscalía con el pedido que se investigue al pastor, pero eso no ha ocurrido hasta ahora. Insistieron en que se tomara la versión del pastor y de otros miembros de la iglesia, tampoco. Hasta cuando uno de los pastores había dicho que July era una rebelde y se quería salir de la iglesia.
Para los padres de Juliana sigue la agonía. No se inicia juicio alguno por la desaparición ni se siguen las pistas.
Telmo Pacheco, padre de Telmo Orlando Pachecho
Tuvo que renunciar a su trabajo de una década como técnico de fútbol de El Nacional, para dedicarse a buscar a su hijo a tiempo completo. Desde entonces pasa todos los días reclamando a las autoridades para que pongan mayor empeño. Va a los ministerios a la Fiscalía, a la Presidencia de la República, a la Defensoría del Pueblo; va con sus hijos e hijas o solo, con sobres manila bajo el brazo. Como si ese empeño lo fuera a encontrar en las oficinas de funcionarios encorbatados e indiferentes. Más aún cuando ahora es presidente de la Asociación de Desaparecidos del Ecuador, Asfadec, toca preocuparse por la suerte de sus 45 familias asociadas y por ende de los 1606 casos oficiales de desaparecidos en trámite y las más de 18 mil denuncias de desaparecidos en el Ecuador y de las cuales la propia Fiscalía las declara como “concluido el acto administrativo”, sin precisar si fueron encontrados vivos, muertos o en qué condiciones.

Telmo Pacheco, entrenador de fútbol, dejó de trabajar para buscar a su hijo. 

Telmo Orlando Pacheco tenía 33 años cuando desapareció, hace ya cuatro años. Vivía con sus padres y su esposa, en el centro de Quito, tras la iglesia de la Basílica del Voto Nacional.  Su esposa tuvo un niño y al mes lo hizo inscribir en el Registro Civil. Cuando acudió tomó contacto con una mujer, entrada en años, que escuchaba música cristiana y leía la Biblia. Telmo se acerca y pregunta a la señora si así era feliz. Se entabla una conversación. La señora le dice que ella es de una iglesia cristiana misionera de Loja  y que en octubre iban a hacer un retiro espiritual en esa ciudad. La mujer pidió sus contactos para mantenerlo informado y durante todo septiembre llamó a Telmo para insistir en que vaya y que no se preocupara de los 60 dólares que costaba el encuentro.

Telmo no pensaba viajar, pero ante tanta insistencia y compromiso se decidió a ir, pero para eso pidió a un amigo que lo acompañara. Más que al retiro espiritual, Telmo quería aprovechar el viaje para conocer Loja y mirar qué oportunidades se la podían abrir para su profesión de ecoturismo. Tal vez algún proyecto aplicable al que estaba haciendo tras la Basílica, pues la vista espectacular que desde su casa se prestaba para abrir un local, cosa que estaba haciendo semanas antes de viajar. Es decir, tenía cosas por hacer el lunes, que regresaría del fin de semana en Loja.
Viajan a Loja y el momento en que van a la hostería donde se hospedarían los organizadores les informan que debían dejar en manos de terceras personas su reloj, celular, cámara de fotos… El amigo de Telmo no dejó sus prendas y se regresó a Quito. Telmo sí estuvo tres días en ese retiro, que era en Vilcabamba. Permaneció en Loja hasta el 3 de noviembre del 2011, cuando nunca más regresó ni contestó las llamadas.

Telmo Pacheco, a la entrada de la Fiscalía General en una de las interminables reuniones para presionar por la búsqueda de los hijos de la Asociación



Pacheco y una de sus hijas ingresan a la Fiscalía.


Telmo Orlando nunca o casi nunca tomaba, no fumaba y era considerado un hombre responsable por su familia. Conoció a la madre de su hijo, cuando fue a reemplazar a un tío en una empresa encuestadora de Quito. Le fue tan bien que se quedó en la empresa como supervisor de los equipos de encuestadores. Pero salió de ese trabajo por apoyar un reclamo laboral de los trabajadores.

Telmo tiene un hermano y dos hermanas. Cuando desapareció, su hermano mayor puso la denuncia en la Fiscalía, pero no la aceptaron porque regía el argumento policial de que se debía esperar 48 horas para que se reporte la desaparición de una persona, otorgando un plazo “prudencial” para que pudiera aparecer. Este plazo, en el caso de Telmo Orlando también resultó fatal, pues fue valioso tiempo perdido.

Telmo Orlando Pacheco, desaparecido.
Desde entonces no han dejado de buscarlo. Su hermano y hermanas solventan los gastos del padre, que se dedica a tiempo completo a la investigación, a la asociación y a apoyar a otros familiares. Telmo, el padre, envía constantemente mensajes al celular de su hijo: regresa a casa, te extrañamos, dónde estás, danos una señal, tu hijo te necesita. Una vez llamaron a la madre de Telmo Orlando y era un desconocido que por los mensajes le pusieron de sobrenombre el Bromista. Telmo padre muestra el contacto grabado así en su celular, versión no inteligente. El primer mensaje decía: “por más que le busques nunca lo vas a encontrar”. Desde entonces, el Bromista responde con una llamada a cada mensaje que sus padres envían a Telmo. Cuando averiguaron el número se encontraron que el teléfono estaba fuera de circulación desde el 2012.
Pidieron a la Fiscalía investigar esos números pero se les dijo que era de esas personas que buscaban hacer bromas de la desgracia ajena. Tampoco investigaron su teléfono ni su cuenta de ahorros, para saber si había sacado dinero. Insistieron en ver los videos de seguridad donde tenía la cuanta y apareció un hombre sacando el dinero. No parecía ser él, dijo su madre, que es la que más pudiera reconocerlo. Pero la Fiscalía determinó que esa era prueba suficiente para cerrar la indagación y así lo hizo. No se demoraron ni 45 días. Tampoco llamaron a declarar a la mujer que lo convocó e insistió tanto para que fuera a la convivencia en Loja. En fin…

A Telmo padre nunca se le hubiera ocurrido que le pasaría esto. En sus recorridos por el centro de Quito, veía en la Plaza Grande a Pedro Restrepo, con su bandera  y su soledad. Veía que la gente se lamentaba y seguía su camino. Cuando vio cómo su esposa se desmoronaba y sus otros tres hijos perdían la esperanza, organizó un viaje junto a un amigo que le prestó el carro y con los 3000 afiches que otro amigo le donó, recorrieron el país, de Quito a Loja, colocando la foto de Telmo Orlando en los postes y las ventanas de las ciudades del camino. Y dejaron recomendaciones y números telefónicos.

Desesperado por tratar de reabrir la investigación, acudió por recomendación de Walter Garzón, padre de la desaparecida colombiana Carolina Garzón, a la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos.  Ahí recibió el apoyo institucional para insistir en que se reabra la investigación, lo cual se hizo, pero en Loja.

Esa solidaridad de Garzón fue el inicio para formar primero un comité de familiares, y como vieron que aparecían más y más, formaron la Asociación de Familiares de Desaparecidos del Ecuador, Asfadec. Pudieron entrar a los despachos de los importantes, a los ministerios, a la Presidencia, y los felicitaban porque el crecimiento de la Asociación.  A Telmo le parecía extraña esta felicitación, pues cree que se debe felicitar cuando no haya más desaparecidos.
La mayoría de desaparecidos son gente de provincia, y muy humildes. Pasan su tiempo haciendo escritos, reclamando a las autoridades y acudir a citas.
Hicieron actos internacionales, forjándose en esa lucha por la visibilización del problema. Cuando quisieron hacer un encuentro internacional por los desaparecidos pidieron apoyo a la Defensoría del Pueblo, lo cual se les ofreció, siempre y cuando, dice Telmo, se les pusieron como organizadores principales. Esto no fue aceptado por Asfadec y resolvieron no participar. En ese evento es que el representante del Estado propone crear otra organización, llamada Anadea.
Asfadec demoró en legalizar su organización, porque según cuenta Telmo les pusieron muchas trabas. Anadea se escinde porque la presidenta, que según él fue puesta por el gobierno no ganó las elecciones, y se forma Desendor. A la par se formó otra organización independiente de familiares de desaparecidos. Cuatro organizaciones para tratar un mismo problema.
La mayoría de desaparecidos son gente de provincia, y muy humildes. Pasan haciendo escritos, reclamando a las autoridades y acudir a citas. “Hemos acudido al Estado, a la Presidencia primero a pedir un favor, luego a exigir nuestros derechos, con propuestas muy claras. Gracias a esa lucha se generaron dos cambios: la creación de la Unidad especializada en desaparecidos en la Fiscalía, y la Dinased, del  Ministerio del Interior", dice Telmo.
Pero es una lucha desigual, pues “si usted tiene los recursos, tiene amistades, tiene tiempo, tiene transporte, usted puede obtener justicia”, dice Telmo. Pone varios casos de personas con recursos que tienen hijos desaparecidos, por los cuales la Policía ha hecho gran cantidad de búsquedas o barridos, “pero así se debe actuar con todos, no solo con los de grandes recursos”.
Asfadec y otras organizaciones se han reunido por dos ocasiones con el Presidente de la República, en diciembre del 2013 y en junio del 2014. El compromiso fue reunirse cada seis meses para dar un respaldo político al más alto nivel para el seguimiento de los casos. La tercera reunión debía darse en diciembre del 2014, pero está finalizado enero y no han sido convocados.

ENTREVISTA
Lina María Espinosa, abogada de la Asociación
"El desaparecido vive permanentemente en la memoria"
¿Cómo se involucra usted en el tema?
Yo soy defensora de derechos humanos, de nacionalidad colombiana y ecuatoriana y llegue a Ecuador hace ocho años a trabajar con derechos humanos. En Colombia ya trabajaba con asociaciones de desaparecidos. Cuando se da el caso de Carolina Garzón, su familia, que es colombiana, me busca y pide asesoría en su caso. Así empiezo a asesorar estos procesos en Ecuador.
¿Qué pasó con el caso de Carolina Garzón?
Creo que primero hay que reconocer la lucha de la familia de Carolina, porque es gracias a su esfuerzo que el  tema de desaparecidos se visibiliza en esta nueva época en Ecuador. En el caso seguimos sin poder esclarecer los hechos que derivaron en su desaparición, y eso obedece a dos cosas: porque cuando se a la desaparición, la fiscal que en ese momento conocía el caso y el investigador se centraron en la teoría de un posible ahogamiento en el río Machángara. Ello en base a una prueba técnicamente mal colectada y que no respetó la cadena de custodia y a dos testigos que, para nosotros, no guardan idoneidad. Eso significó que durante casi un año toda la investigación se ciñó a esta hipótesis. Y eso hizo que no se investigaran otros hechos. Y que no se tomara la versión de las personas que a esa fecha vivían con ella. Hoy, dos años y ocho meses después hay una sola persona, de las que convivieron con Carolina, de la cual no conocemos siquiera su apellido, salvo por averiguaciones propias de la familia, porque la Policía no ha sido capaz de dar con el paradero de este ciudadano. Luego, evidentemente en un proceso basado en una prueba al colectada y que carece de rigor técnico es una investigación que se cae. Y cuando desapareció Carolina no existía un proceso específico, los casos eran conocidos por fiscales administrativos, que no tenían experticia en el tema de desaparecidos y no había procesos específicos de búsqueda. La PJ tampoco, y eso significa que los primeros días, que son fundamentales en el proceso de búsqueda de desaparecidos se hayan desaprovechado. Y hoy el casos sigue sin resolverse ni cuenta con una hipótesis estructurada. Hay casos que sí la tienen.
En el caso de Carolina Garzón, al ser ella colombiana y activista de derechos humanos, presentamos la solicitud de cooperación al gobierno colombiano, lo cual no se ha procesado de la mejor forma.
¿No hay sospechas ni escenarios?
De nuestra parte hemos presentado a la Fiscalía dos escenarios posibles que consideramos sean investigados, pero para ser evacuados necesitamos la presencia de  las personas que convivían con Carolina, pero esas personas están fuera del Ecuador. Nosotros hemos proporcionado todos los datos de identidad y ubicación de estos ciudadanos.  En el caso de Carolina, siendo ella colombiana y activista de derechos humanos, presentamos la solicitud de cooperación al gobierno colombiano, lo cual no se ha procesado de la mejor forma y se ha detenido un poco por la paralización judicial en los tres últimos meses.
¿Cuáles son los principales problemas que enfrentan los familiares de desaparecidos con la justicia ecuatoriana?
El primero es la falta de especialización, tanto de fiscales como de policías y eso genera una falta de rigor técnico a la hora de investigar y de procesar la información. Al no existir una especialización en materia de desaparecidos, la investigación se lleve como en otros casos generales. No hay acompañamiento a los familiares.
¿Qué tipo de especialización se necesita?
Ahí va el segundo problema: la desaparición de personas no está tipificada en el Código Penal, salvo aquella que es forzada,  entiéndase aquella que puede participar un miembro de la fuerza pública o un funcionario público. Pero en la mayoría de los casos de desaparecidos que conocemos no hay, por lo menos no se ha comprobado,  la participación del Estado como actor. Al no estar tipificada la desaparición, cuando un familiar pone una denuncia, no se abre una indagación previa por el presunto delito de… sino que se abre una investigación administrativa. La diferencia ahora es que el caso se conoce en la Unidad de Personas Desaparecidas, pero el tratamiento sigue siendo el mismo. Esto en Pichincha, ahora, en provincias no ha cambiado nada, y las desapariciones siguen siendo asistidas por cualquier fiscal de actuación administrativa, que no quiere decir que no haya la posibilidad de atenderlo bien. Pero sí creemos que se requiere una mayor experticia para un abordaje inmediato a familiares y amigos; para un reconocimiento emergente de líneas telefónicas y rastreo de cuentas; para reconocimiento emergente de evidencias, para asegurarlas.
¿Y con esto qué se consigue?
En una desaparición, las primeras horas son fundamentales. O para dar con el paradero de la persona o por lo menos para comprender los móviles de la desaparición. Y los fiscales no tienen la especialización para ello. Tenemos un caso como el de Juliana Campoverde, desaparecida en el 2012, con características similares a Carolina Garzón por ser mujer y por su edad, donde dos años y medio después tenemos dificultades en el proceso porque no se tomaron procedimientos adecuados al inicio de la investigación, como cosas tan básicas como haber encontrado y entrevistado a posibles testigos. No se hizo tampoco entrevistas a personas muy cercanas a Juliana Campoverde o buscar indicios en el domicilio, en el sitio de trabajo o en los lugares que Juliana visitaba con frecuencia. En el caso de Carolina Garzón, ella desapareció el 28 de abril del 2012, su denuncia fue presentada el 2 de mayo, por las personas que convivían con ella, se le asigna un agente investigador el 4 de mayo y este se acerca al domicilio donde ella vivía y lo único que hace es un registro fotográfico del interior del edificio. En ese momento no se colecta evidencia alguna, y el agente le dice a la familia que retire las pertenencias de Carolina y se las lleve. La familia, evidentemente, se las lleva. El 5 de mayo, este investigador dice que está de vacaciones, el 6 reaparece y es cuando se encuentra un saco sobre una piedra en la orilla del río Machángara, y el investigador recoge el saco, asumiendo que es de Carolina por versión de un presunto testigo y lo mete en una funda plástica, de panadería. Camina con el saco de una a cinco de la tarde y devuelve el saco a la familia de Carolina. Esta se queda con el saco el 6 y 7 de mayo y luego aparece el investigador a decir que le devuelvan el saco porque debe entrar en cadena de custodia. Y es sobre esa evidencia y sobre una servilleta que estaba en ese saco, que los fiscales Garzón y Chiriboga concluyen que Carolina Garzón se ahogó. Y un año entero estamos buscando a Carolina por el río, desperdiciando cualquier otra posibilidad de investigación. Solo para que nos demos cuenta en los errores que puede incurrir la Fiscalía y la Policía. Y como estos errores puedo mencionar muchos casos, que hace que los familiares, años después siguen sin respuesta, sin obtener justicia y sin encontrar a sus familiares.
Hay un tema que el Estado sigue sin reconocer y que nosotros seguimos posicionando, sobre todo en el caso de desaparición de mujeres entre los 18 y los 25 años, relacionada con temas de femicidio y trata de personas.
¿Tiene usted una idea del número real de desaparecidos en el Ecuador?
Hemos solicitado por vía de acceso a la información al Ministerio del Interior, al de Justicia, a la Fiscalía y al Dinasev que nos den cifras exactas porque las cifras no coinciden. Tenemos un último informe de la Fiscalía que da cuenta de 1606 personas desaparecidas cuyos casos siguen en investigación.
¿Cuál es su preocupación al respecto?
Cuando comenzamos a conformar Asfadec tuvimos varias reuniones con varias instituciones y en ese momento las cifras que manejaban eran mucho más elevadas. La Defensoría del Pueblo hablaba de 4000 personas en el 2012, Fiscalía hablaba de 7000, Dinased de 3000, el Ministerio del Interior de 2500. No había una depuración de una base de datos ni una base de datos única y no había información actualizada de cuando una persona desaparecía y luego era encontrada, muerta o retornada con voluntad. Y luego lo que sucedió es que en muchos casos se archivaba la denuncia pero no se la daba de baja en el sistema. Entonces uno de los problemas que tenemos es la ausencia de una estadística clara y concreta que maneje el Estado, que esté consolidada y que dé cuenta de desaparecidos que siguen desaparecidos, desaparecidos que haya aparecido vivos o muertos y desaparecidos que hayan retornado de manera voluntaria porque su desaparición fue voluntaria.
¿Cuáles son las causas más comunes para las desapariciones?
Hay un tema que el Estado sigue sin reconocer y que nosotros seguimos posicionando, sobre todo en el caso de desaparición de mujeres entre los 18 y los 25 años, relacionada con temas de femicidio y trata de personas. En el caso de varones también en el mismo rango, posibilidades también de trata de personas o crimen organizado y delincuencia. Ahi tenemos una discusión con el Estado porque pese a que en las desapariciones no tengamos cómo asegurar que son forzadas, sí consideramos que el Estado tiene una responsabilidad de omisión, a efectos de seguridad ciudadana. Entendiendo de que al salir a la calle, el Estado me debe brindar un estado de seguridad para salir y volver a mi domicilio. Eso no se ha cumplido, como tampoco los procedimientos. El Estado nos dice: hemos incrementado los policías, hemos creado la Dinased, hemos creado una unidad de investigación en la Fiscalía, sin embargo de esto no está garantizando la resolución de los casos ni está garantizando que el delito de la desaparición -porque para nosotros sí es un delito pese a que no está tipificado- disminuya, ni nos está garantizando estándares de seguridad ciudadana porque a efectos de política preventiva, el Estado no está haciendo nada en materia de desapariciones.

Pero es muy reciente la creación de estas unidades, ¿un año no sería suficiente para evaluar todo eso?
Tenemos una preocupación: una de las causas que ha afectado más al tema de desaparecidos era, por un lado, la alta rotación de fiscales en unidades administrativas, la alta rotación de investigadores y la falta de especialización. Con la creación de la Unidad en la Fiscalía pensábamos que eso se iba a subsanar, por lo menos en Pichincha. La Unidad cuenta con cinco fiscales. De acuerdo a compromisos del fiscal Chiriboga, y además porque así lo dice el manual de la Fiscalía, tenían que contar un secretario y dos asistentes administrativos. Ninguna de las fiscalías tiene el equipo completo. Las dos únicas que lo tenían eran las fiscales Paola Soliz y Laura Machuca, que tenían secretaria y asistente administrativo. No han renovado los contratos a sus asistentes administrativos. El despacho de la doctora Soliz maneja a la fecha 400 casos y solo tiene una secretaria. La creación de unidades no significa que la respuesta sea la correcta.
¿Y cómo se dan, a su criterio, los niveles de coordinación entre Fiscalía y Dinased?
Para nosotros como Asociación, para los familiares, pese a que se han mejorado los niveles de comunicación e interacción con algunos de los investigadores, se siguen presentando problemas de coordinación entre las dos entidades, y problemas de comunicación entre estas y los familiares, a efectos de estar al tanto de los casos, de entregar y recibir información, desarrollo de diligencias, etcétera. Otra de las dificultades más notorias es la falta de comunicación y de articulación interinstitucional, porque en el tema de desaparecidos no había solo un compromiso de Fiscalía y Dinasev, había también una disposición presidencial para la activación de la cooperación del Ministerio de Justicia, del Interior, del Miess, por las propias condiciones socioeconómicas y emocionales de los familiares.  Eso no ha sido posible. Por lo menos las respuestas emergentes que buscan los familiares no están. Y el otro tema que preocupa ahora es que cuando se dio al primer reunión de los familiares con el Presidente, en diciembre del 2013, se acordaron reuniones semestrales para valorar avances y obstáculos. La reunión debió realizarse en diciembre del 2014, no se ha llevado a cabo, los familiares han pedido por escrito una respuesta de porqué no se ha dado la reunión. El 9 de diciembre del 2014 se presentaron los oficios y ninguno ha sido respondido, y los familiares sin saber qué va a pasar con ese compromiso que para los familiares ha sido significativo.
La Secom nos dice que es un tema del ministerio del Interior, este nos dice que es la Secom, luego esta entidad nos dice que es un problema de los comunicadores...
Entiendo que tras la última reunión con el Presidente en junio del año pasado hubo mucho optimismo...
Pero es un optimismo peligroso les digo yo a los familiares. Es mi criterio personal, pero hasta qué tan efectivo el espacio, porque están con el Presidente, él abraza a los familiares, se solidariza, promete y se va a sus funciones de Presidente, y encarga los compromisos a sus funcionarios, que son los ministros, que a su vez encargan a los subsecretarios y al secretario y termina encargado no sabemos quién. Y nos ha pasado que hemos presentado oficios al Ministerio del Interior por distintos casos, desde hace más de un año, que no tienen una sola respuesta. Porque el funcionario de turno dice que era de otro funcionario y ese otro dice que es de otro y nadie responde, nada.
Se ha dado, sin embargo, publicaciones en medios ofreciendo recompensas.
Había sido un compromiso presidencial que se iba otorgar de doscientos mil dólares a quien diera información sobre el paradero de algún desaparecido, y que para ello se iba a tener una línea telefónica específica para la recepción de esas llamadas. Las primeras dificultades tuvieron relación con la línea telefónica y luego con la publicación por medios, porque no se han cumplido los compromisos. La Secom nos dice que es un tema del ministerio del Interior, este nos dice que es la Secom, luego esta entidad nos dice que es un problema de los comunicadores porque no dan apertura en los medios pues el Estado no tiene presupuesto para ello, y así tienen a los familiares. Entonces hay casos como el de Juliana Campoverde que ha podido ser difundido setenta veces y el de Carolina Garzón que ha sido difundido una sola vez; no entendemos el criterio para esto, ni por dónde y por quién pasa la decisión de cuántas veces  y por cuál medio se publica y nadie da respuesta, porque las instituciones se rotan la responsabilidad y los funcionarios no tienen respuesta porque no sena delegado a uno en específico para la interlocución con los familiares. Con el que mejor ha funcionado es con el Ministerio de Justicia, porque normalmente es la viceministra Jaramillo quien atiende de manera directa a los familiares. Pero con los otros ministerios es imposible.
La mayoría de familiares de desaparecidos son personas muy humildes, ¿cómo impacta la desaparición en la vida de una persona o de una familia, usted que lleva varios casos?
La vida de los familiares se rompe, eso es lo primero. Porque la incertidumbre es una carga absolutamente dolorosa y deshumanizante. Cuando los familiares logran encontrar al desaparecido, aunque sea muerto, hay una parte del dolor que se recompone, porque por lo menos hay un cuerpo sobre el cual generar el duelo. el desaparecido vive permanentemente en la memoria. Me ha pasado con Elizabeth, la mamá de Juliana, con Alix Mery, la mamá de Carolina, que a veces vamos por la calle y se detienen de pronto, a buscar a sus hijas, a mirarlas, a intentar encontrarlas en un autobús, en una cafetería... Su vida se rompió. Yo leía un correo de Alix que me escribía desde Colombia hace dos noches, que me decía: se me partió la vida y ya no sé cómo vivir, porque mi otra hija está aquí en Bogotá, pero mi Carolina no está y sé que debo ir a buscarla. Creo que la desaparición tiene además ese golpe emocional, esa ruptura en la vida de la gente. La mayoría de la gente son de extracción baja o medio y dejan de trabajar, literalmente para estar en las fiscalías, en la Policía, muchos no pueden costear un abogado, entonces se convierten en abogados, en psicólogos, en investigadores... Muchos de estas personas, por la carga emocional, ya no son operativos en lo laboral. El otro tema es el conflicto interno porque el entorno familiar más cercano es muy solidario los primeros meses, los amigos, los vecinos, pero es normal que cada uno vaya recomponiendo la vida y retomando sus ritmos; sin embargo, las personas más cercanas al desaparecido tienen gravísimas dificultades para recomponer su vida y se resquebraja la relación con otros miembros de la familia cercana, porque su vida transcurre en el deseo de encontrar al desaparecido, entonces el otro -el hijo, el esposo, el hermano- que no está desaparecido reclama más atención del familiar más cercano, y eso hace que los niveles de conflicto intrafamiliar a veces se incrementen.
Los familiares también se inmiscuyen en un interminable papeleo y una batalla sorda con la burocracia, usted como abogada de desaparecidos ¿qué papel cumple?
Nuestro rol es sensibilizar a las autoridades para que se entienda que una desaparición no se resuelve desde el escritorio de un fiscal.
El rol es más bien motivar o dar elementos a la Fiscalía, para que la entidad, como líder en la investigación busque testimonios, indicios, pruebas; entonces es una revisión continua del expediente y partir de eso una retroalimentación a la Fiscalía. Pero es también con los ministerios, con la Dinased y otras instituciones del Estado para que se entienda que el fenómeno y el delito de la desaparición no es un hecho que se resuelve en el escritorio de un fiscal. También está el acompañamiento a la familia, porque ya no es el abogado que acompaña el caso, sino que te conviertes en parte de la dinámica de los familiares y de la propia Asociación. El papeleo es interminable porque a pesar de que hubo un compromiso presidencial de que esto se iba a suspender, los familiares aún tienen que llevar los oficios de un lado a otro, de una perito a otro, de una oficina a otra... Una burocracia que sigue siendo interminable y que sigue revictimizando a las víctimas. Una burocracia que sigue siendo indolente, aunque haya algunos funcionarios que están sensibilizados con el tema, pero sigue siendo una burocracia indolente y que asume que hace un favor al usuario y que asume que cuando atiende es porque es buena, cuando lo que hace es cumplir con su obligación y que lo hace mal, además.
A pesar de lo dramático de esta realidad, al parecer el tema no sensibiliza a la sociedad ecuatoriana, ¿qué cree se debe hacer?
Para nosotros es claro que el tema de la desaparición se debe seguir visibilizando, no solo pos la investigación de los casos sino por una política preventiva. Pese a que la Dinasev nos sigue diciendo que las cifras han disminuido, por lo menos una vez por semana nosotros conocemos de un caso que ha ocurrido en territorio ecuatoriano y que no se resuelve. El otro tema es que la unidad de investigación  de la Fiscalía y la Dinased sean dos instituciones proactivas, prolijas, céleres y que  demuestren resultados, porque los resultados no son números. Una de las discusiones con el señor Alulema, de la Dinased, es que él nos dice que el 80% de sus casos se resuelven, ¿se resuelven o las personas vuelven voluntariamente o son los familiares los que resuelven los casos? ¿Y qué es resolver? ¿Encontrar al desaparecido o dar una respuesta del por qué de su desaparición y dar respuestas en temas más frágiles en temas de seguridad ciudadana, mucho más cuando se habla de mujeres jóvenes? ¿Cuál es la respuesta que van a dar a Elizabeth o a Alix o a Telmo? Porque las respuestas tiene que ser no solo con la aparición del desaparecido, sino por qué desapareció.
¿Qué papel juegan los otros organismos del Estado, cuando habla de cooperación interinstitucional en este tema?
Hay ofrecimientos que se han dado para la intervención del Ministerio de Inclusión, del Ministerio de Salud, de Justicia... Pero la gran mayoría de familias sigue sin recibir una atención específica  a nivel socioeconómico y psicológico por parte del Estado. El Estado tiene que responder a cada uno de los compromisos que ha generado con los familiares. También a los compromisos que ha generado cuando firmó distintos compromisos internacionales, como la Convención contra las Desapariciones Forzadas en las cuales se ha comprometido a no ser desaparecedor, pero también cuando un civil desaparezca dar todas las herramientas a la familia para que esta  persona aparezca y se castigue al culpaba, si lo hubiere, con todo el rigor de la ley. Y eso el Estado no lo hace, por lo menos no de manera efectiva.

Contenido publicado originalmente en:
Plan V, 23 de enero de 2015 
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