Crimínalística realizó la diligencia. Foto El Comercio |
La noche del lunes, 16 de junio, el fiscal, junto con un grupo de agentes de Criminalística, tenía previsto aplicar un químico llamado luminol para descubrir restos orgánicos. Pero no fue posible.
Tras 10 meses desde que Jordan, de 3 años, Néstor, de 5, y Juanita, de 7, desaparecieran, la tierra en donde se hallaron sus osamentas había sido removida y las pistas borradas.
En la misma diligencia también se recreó la desaparición de los menores. Según se conoce, los tres hermanos fueron sacados de su casa, en el barrio Nueva Aurora, en el sur de Quito, la tarde del 20 de agosto del 2013.
Dos semanas más tarde, la primera en ser encontrada sin vida fue Juanita. Alguien la había abandonado en una caja de cartón en la Ciudadela del Ejército. La autopsia determinó que a la pequeñahabía sido abusada y asesinada con golpes en la cabeza.
El siguiente mes, moradores de Quitumbe, a 2 km del que era el domicilio de los niños, encontraron una osamenta incompleta de Néstor y, en octubre, en un terreno baldío se hallaron los restos de Jordan.
Para Ramiro Román, que fue abogado en la investigación de los hermanos Restrepo, el riesgo de recoger evidencias luego de meses de un crimen es que estas ya no existen.
"La Fiscalía debe defender a las víctimas y por eso debe recuperar todas las pistas en el menor tiempo posible. Si no, se corre el riesgo de dejar un caso en la impunidad", aseguró. Por la muerte de los niños aún no hay detenidos.
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