Alexandra Córdova, madre de David Romo, de 22 años, que desapareció el 16 de mayo de 2013 en el sector de la Mitad del Mundo*
Comunicación Social en la Universidad Central.
Sus familiares y amigos recordaron la fecha con videos y un acto solemne en el auditorio de la Facultad de Comunicación. Su madre, Alexandra Córdova, contó a este Diario cómo ha sido este año sin David.
“El 16 de abril que 2013, que desapareció David, mi vida cambió por completo. Ese día estábamos esperando que él me llame para decirme que saliera a recogerlo, como todas las noches. Sin embargo, esa llamada nunca llegó.
Ha sido un año de búsqueda, de angustia, de dolor, de incertidumbre, pero, sobre todo, de impotencia. Un año en el que se han hecho muchas cosas pero no tenemos respuestas: seguimos como el primer día. Lo único que apareció fue su celular, y él no está. Tengo la esperanza de que las investigaciones mejoren y nos den respuestas.
Fue una tragedia que jamás imaginé que me pasaría. Ahora me doy cuenta de que solo cuando pasamos por una situación así de grande entendemos lo que sucede a nuestro alrededor. Todos somos solo espectadores de las cosas hasta que nos toca vivir. Mi hijo no compartía eso; él siempre fue solidario con todos y lo que más le gustaba era ayudar a la gente aunque no la conociera.
Desde las primeras horas que David desapareció, mi vida cambió absolutamente. Lo que más recuerdo es su sonrisa sincera y las palabras de aliento que me daba siempre, sus ganas de seguir, de salir adelante y triunfar para cuidar a la familia. Su inocencia y su bondad se veían reflejadas en su mirada. Yo admiraba en él su confianza y su lealtad con la familia. Tenía el don de hacerse querer con solo verlo.
Hasta ahora no logro comprender qué sucedió esa noche. Todos los días me pregunto: quién le impidió que llegara a casa, si estará pasando alguna necesidad, quién quiso causarnos ese mal, quién truncó su futuro y nos separó. Todavía no encuentro respuestas.
Su amor es el motor de mi vida y sigue latente todo el tiempo. Mis días son fatales. Me levanto todos los días entre las 05:00 y 06:00 a mandar a mi hija a la escuela y después sigo con la búsqueda. Me reúno con fiscales, con abogados, voy a las instituciones del Estado; con mi abogado planificamos qué más vamos a pedir, con la Policía reviso lo que se está haciendo; a veces tengo que explicar de nuevo cómo fue todo, leo informes para ponerme al tanto de todo. Hasta ahora hay 26 cuerpos aparecidos... pero ninguno es el de mi hijo.
Me encuentro con periodistas, con los familiares hacemos plantones y, a pesar de todo eso, mi hijo sigue desaparecido. No sé qué pasa en el país; hay tantas personas desaparecidas. Quisiera retroceder el tiempo para no permitir que nada nos separe, para tenerlo a nuestro lado como siempre debió haber sido.
Cuando no estoy en reuniones, estoy en la computadora, mando mensajes de correo electrónico, uso Facebook, Twitter, Whatsapp. Llego a mi casa a las 20:00 o 21:00, cansada, y voy a la computadora, a enviar correos. Necesito recordar a la gente que David sigue desaparecido, que es su cumpleaños, que hicimos actividades por él. Yo quiero que la gente no se olvide de mi hijo.
David cumple años el 31 de mayo. Ese fue uno de los peores días, porque él no estaba. Aunque lo recordamos con una marcha hasta la Plaza Grande con los familiares y amigos, nada ese día fue igual. Los días importantes como el Día de la Madre me faltó una mitad. No lo celebré porque David no estaba; me siento incompleta. Solo tengo la esperanza de que va a aparecer, vivo o muerto, porque las personas no se esfuman de la tierra.
Mi vida está destinada a buscarlo. Ahora solo quiero agradecer a Dios por las personas que puso en nuestro camino desde ese día fatal por todo el apoyo que nos han dado”.
Ayer se cumplió un año de la desaparición de David Romo, de 22 años y estudiante de Comunicación Social en la Universidad Central.
Sus familiares y amigos recordaron la fecha con videos y un acto solemne en el auditorio de la Facultad de Comunicación. Su madre, Alexandra Córdova, contó a este Diario cómo ha sido este año sin David.
“El 16 de abril que 2013, que desapareció David, mi vida cambió por completo. Ese día estábamos esperando que él me llame para decirme que saliera a recogerlo, como todas las noches. Sin embargo, esa llamada nunca llegó.
Ha sido un año de búsqueda, de angustia, de dolor, de incertidumbre, pero, sobre todo, de impotencia. Un año en el que se han hecho muchas cosas pero no tenemos respuestas: seguimos como el primer día. Lo único que apareció fue su celular, y él no está. Tengo la esperanza de que las investigaciones mejoren y nos den respuestas.
Fue una tragedia que jamás imaginé que me pasaría. Ahora me doy cuenta de que solo cuando pasamos por una situación así de grande entendemos lo que sucede a nuestro alrededor. Todos somos solo espectadores de las cosas hasta que nos toca vivir. Mi hijo no compartía eso; él siempre fue solidario con todos y lo que más le gustaba era ayudar a la gente aunque no la conociera.
Desde las primeras horas que David desapareció, mi vida cambió absolutamente. Lo que más recuerdo es su sonrisa sincera y las palabras de aliento que me daba siempre, sus ganas de seguir, de salir adelante y triunfar para cuidar a la familia. Su inocencia y su bondad se veían reflejadas en su mirada. Yo admiraba en él su confianza y su lealtad con la familia. Tenía el don de hacerse querer con solo verlo.
Hasta ahora no logro comprender qué sucedió esa noche. Todos los días me pregunto: quién le impidió que llegara a casa, si estará pasando alguna necesidad, quién quiso causarnos ese mal, quién truncó su futuro y nos separó. Todavía no encuentro respuestas.
Su amor es el motor de mi vida y sigue latente todo el tiempo. Mis días son fatales. Me levanto todos los días entre las 05:00 y 06:00 a mandar a mi hija a la escuela y después sigo con la búsqueda. Me reúno con fiscales, con abogados, voy a las instituciones del Estado; con mi abogado planificamos qué más vamos a pedir, con la Policía reviso lo que se está haciendo; a veces tengo que explicar de nuevo cómo fue todo, leo informes para ponerme al tanto de todo. Hasta ahora hay 26 cuerpos aparecidos... pero ninguno es el de mi hijo.
Me encuentro con periodistas, con los familiares hacemos plantones y, a pesar de todo eso, mi hijo sigue desaparecido. No sé qué pasa en el país; hay tantas personas desaparecidas. Quisiera retroceder el tiempo para no permitir que nada nos separe, para tenerlo a nuestro lado como siempre debió haber sido.
Cuando no estoy en reuniones, estoy en la computadora, mando mensajes de correo electrónico, uso Facebook, Twitter, Whatsapp. Llego a mi casa a las 20:00 o 21:00, cansada, y voy a la computadora, a enviar correos. Necesito recordar a la gente que David sigue desaparecido, que es su cumpleaños, que hicimos actividades por él. Yo quiero que la gente no se olvide de mi hijo.
David cumple años el 31 de mayo. Ese fue uno de los peores días, porque él no estaba. Aunque lo recordamos con una marcha hasta la Plaza Grande con los familiares y amigos, nada ese día fue igual. Los días importantes como el Día de la Madre me faltó una mitad. No lo celebré porque David no estaba; me siento incompleta. Solo tengo la esperanza de que va a aparecer, vivo o muerto, porque las personas no se esfuman de la tierra.
Mi vida está destinada a buscarlo. Ahora solo quiero agradecer a Dios por las personas que puso en nuestro camino desde ese día fatal por todo el apoyo que nos han dado”.
* Correción: David desapareció en el sector de la Mitad del Mundo y no en Pomasqui.
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