los cantores de radio pueden desaparecer.
Los que están en los diarios pueden desaparecer,
la persona que amas puede desaparecer”.
Cerraron el caso luego de 45 días, la Fiscalía no
encontró ninguna pista, ningún indicio y cerró el caso, pero esta
respuesta sin respuesta no dio paz a la familia. Ellos se movilizaron a
provincias de la Sierra y de la Costa indagando a las personas, buscando
una razón, de si alguna vez lo vieron al muchacho circular por las
calles, pero no, nadie lo había visto. Han transcurrido 5 años y Luis Sigcho aún sigue desaparecido.
El joven quiteño que vio la luz en 1983 desapareció
el sábado 4 de octubre de 2008. Su padre, Luis Humberto Sigcho, recuerda
que su hijo salió a festejar el cumpleaños de su hermano en la
discoteca El Palco, ubicada en San Rafael. La reunión concluyó a la
01h00 y ante la ausencia del taxi, que no llegó, Luis se adelantó del
grupo y caminó dos o tres cuadras más. Fue la última vez que lo vieron.
“No sé si se lo llevaron a la fuerza, lo mataron o qué pasó. No hay
respuesta ante esta desaparición”, dijo Sigcho, quien no solo es padre
de un ser querido desaparecido, sino que forma parte y es el presidente
de la Asociación de Familiares y Amigos de Personas Desaparecidas en el Ecuador (Asfadec) que hoy se muestra como una organización que brinda fuerzas a los
familiares de desaparecidos y a su vez es una instancia de apoyo mutuo
para exigir a las autoridades que investiguen.
Un día a las afueras de la Fiscalía, Sigcho se
encontró con cuatro familiares de personas desaparecidas y que de
quienes, de igual manera, la Fiscalía había cerrado el caso. Ese fue el
inicio de Asfadec, que ha realizado una serie de plantones en la Plaza
de la Independencia, en el Ministerio del Interior, en el Ministerio de
Justicia y la Fiscalía exigiendo respuestas sobre la desaparición de sus
hijos.
A partir de la organización y de los plantones han
logrado que se cree una comisión de investigación especializada. “Cada
caso será analizado en un día, de forma individual. Por ejemplo el 8 de
abril se entregó todos los documentos de la investigación y hasta dónde
llegó ésta, para poder reabrir el caso. Se designó al Agente fiscal del Cantón Rumiñahui para que continúe la investigación”, señaló Sigcho.
“Es una desesperación lo que se siente, no se lo
puedo explicar”, dice Luis mientras tiene en sus manos una carpeta con
hojas volantes, oficios y posibles acuerdos. No sabe en qué terminará su
historia, pero recuerda que su esposa tuvo altos grados de depresión.
“Al principio ella también quería desaparecer o morirse para encontrarse
con el hijo, si es que estuviera muerto. Esa es la desesperación del
día a día, pensando en si regresará o algún día lo volveremos a ver”.
Leonor Ramírez desapareció el 29 de abril de 2011 |
Aunque se reabran los casos o se cierren, los
familiares no dejarán de buscar a sus seres queridos, en cada rincón, si fuera
posible. Paulo Cabrera busca a su madre, Leonor Ramírez, quien
desapareció hace dos años. Nunca más la volvieron a ver. Dicen que la
han visto por aquel terminal, por aquella plaza, por esa calle, en esa
provincia… pero cuando van al lugar, no está. Nadie la ha visto y otra
vez empiezan la búsqueda, dijo.
Llevan alrededor de dos años buscándola, desapareció el 29 de abril de 2011.
Lo último que saben de su paradero es que salió con su balde de cuatro
litros desde la calle 5 de Junio hacia La Tola, donde María, su primera hija.
Casi todos los días hacía esta rutina: se levantaba, lavaba la ropa y
cogía su balde con dirección a La Tola. Allí colocaba los residuos de
los alimentos para llevarlos como comida para su perrito, y a eso de las
tres o cuatro de la tarde siempre regresaba a casa, pero aquel 29 no lo
hizo.
Su esposo, César Cabrera, fue el primero que notó que
su esposa Leonor no había vuelto a casa. Llamó a María, pero Leonor
tampoco estaba allí. Desde aquel día la incertidumbre, el dolor y la
tristeza visitaron a la familia Cabrera Ramírez.
Se encuentran reunidos y al costado de la sala, de la
casa ubicada en el sector de La Basílica, se observa allí un recuadro
lleno de momentos capturados: fotos de reuniones, cumpleaños, fiestas y
una gigantografía que porta el rostro rancio y la mirada profunda de
Leonor, una mujer, una esposa, una madre, una abuela que ya no está más.
Ella en el mes de noviembre cumplirá 75 años, el cumpleaños 74 lo pasó alejada de su familia.
María, Isabel, Diego, Paulo y Martha se encuentran
sentados y en cada momento recuerdan a su madre, o como dice Martha: su
madre-abuela. Todos tienen algo en común, su mirada triste y la
nostalgia del ayer. Pero se encuentran unidos para buscar a su madre.
“En mi sentido le siento que está viva”, dijo Diego, mientras Isabel
desea que se haga justicia y que les ayuden a encontrar a las personas
que están desaparecidas, “lo único que yo deseo es encontrarle a mi
madre, ya sea bien o ya sea que se haya ido, pero lo importante es saber
algo”.
“Leonor es una mujer muy activa pese a su edad, le
encantaba caminar. Ella ayudaba a desgranar, a limpiar, siempre estaba
ayudando a la gente”, dice Martha, su nieta. Pero la edad que aqueja a
todos le llegó, “se le identificó principios de Alzheimer, momentos se
perdía y luego regresaba a la lucidez”, añadió. Ante esta situación y
como medida de seguridad habían resuelto llevarle a un asilo, pero no
logró concretarse esta idea, su madre desapareció.
Años atrás Leonor se había extraviado pero siempre la encontraban, o
la Policía le iba a dejar a la casa, pero esta vez ya no fue así, para
Isabel “su madre está desaparecida, no extraviada, porque si lo
estuviera ya existieran noticias de ella, pero no hay ninguna”, comentó.
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